domingo, 10 de enero de 2016

POESÍAS QUE SON ORACIONES

POEMAS

NO ME MUEVE, MI DIOS, PARA QUERERTE
(Soneto Anónimo)
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera. 


¿QUÉ TENGO YO, QUE MI AMISTAD PROCURAS?
(Soneto de Lope de Vega)
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel me decía:
«Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!
¡Y cuántas, hermosura soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!




PLEGARIA DE UN SACERDOTE
(Lope de Vega)

Cuando en mis manos, Rey eterno, os miro
y la cándida víctima levanto,

de mi atrevida indignidad me espanto

y la piedad de vuestro pecho admiro.



Tal vez el alma con temor retiro,

tal vez la doy al amoroso llanto,

que, arrepentido de ofenderos tanto,

con ansias temo y con dolor suspiro.



Volved los ojos a mirarme humanos,

que por las sendas de mi error siniestras

me despeñaron pensamientos vanos;



no sean tantas las desdichas nuestras

que a quien os tuvo en sus indignas manos

vos le dejéis de las divinas vuestras.




EL BUEN PASTOR

(Lope de Vega)
Pastor que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño;
Tú, que hiciste cayado de ese leño
en que tiendes los brazos poderosos,

vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y la palabra de seguir te empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.

Oye, Pastor, que por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.

Espera, pues, y escucha mis cuidados...
Pero ¿cómo te digo que me esperes
si estás, para esperar, los pies clavados?

¡CUÁNTAS VECES, SEÑOR!
(Lope de Vega)
¡Cuántas veces, Señor, me habéis llamado,
y cuántas con vergüenza he respondido,
desnudo como Adán, aunque vestido
de las hojas del árbol del pecado!

Seguí mil veces vuestro pie sagrado,
fácil de asir, en una cruz asido,
y atrás volví otras tantas atrevido,
al mismo precio que me habéis comprado.

Besos de paz os di para ofenderos,
pero si fugitivos de su dueño
hierran cuando los hallan los esclavos,

hoy que vuelvo con lágrimas a veros
clavadme Vos a Vos en vuestro leño
y tendréisme seguro con tres clavos.



ORACIÓN AL CRISTO DEL CALVARIO
(Gabriela Mistral)
En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.
¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?
¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?
Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.
Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa puerta.
Amén

PADRE: HAS DE OÍR
(Gabriela Mistral)
Padre: has de oír
este decir
que se me abre en los labios como flor.
Te llamaré
Padre, porque
la palabra me sabe a más amor.

Tuyo me sé,
pues me miré
en mi carne prendido tu fulgor.
Me has de ayudar
a caminar
sin deshojar mi rosa de esplendor.

Por cuanto soy
gracias te doy:
por el puro milagro de vivir.
Y por el ver
la tarde arder,
por el encantamiento de existir.

Y para ir,
Padre, hacia ti,
dame tu mano suave y tu amistad.
Pues te diré:
sola no sé
ir rectamente hacia tu claridad.

Tras el vivir,
dame el dormir
con los que aquí anudaste a mi querer.
Dame, Señor,
hondo soñar.
¡Hogar dentro de ti nos has de hacer!



CANCIÓN DE SAN JUAN DE LA CRUZ

¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!;
pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
rompe la tela de este dulce encuentro.
¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado!,
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga;
matando, muerte en vida la has trocado.
¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores,
calor y luz dan junto a su Querido!
¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!


" TE AMO, OH MI DIOS "
Autor: San Juan María Vianney

Te amo, Oh mi Dios.
Mi único deseo es amarte
Hasta el último suspiro de mi vida.
Te amo, Oh infinitamente amoroso Dios,
Y prefiero morir amándote que vivir un instante sin Ti.
Te amo, oh mi Dios, y mi único temor es ir al infierno
Porque ahí nunca tendría la dulce consolación de tu amor,
Oh mi Dios,
si mi lengua no puede decir
cada instante que te amo,
por lo menos quiero
que mi corazón lo repita cada vez que respiro.
Ah, dame la gracia de sufrir mientras que te amo,
Y de amarte mientras que sufro,
y el día que me muera
No solo amarte pero sentir que te amo.
Te suplico que mientras más cerca estés de mi hora
Final aumentes y perfecciones mi amor por Ti.

Amén.



ORACIÓN DE LA LITURGIA BIZANTINA
Rey celestial, Consolador,
Espíritu de la verdad,
que estás presente en todas partes
y lo llenas todo,
Tesoro de todo bien y Fuente de vida,
ven y haz de nosotros tu morada,
purifícanos de toda mancha
y salva nuestras almas,
Tú que eres bueno.






CAMINAR EN EL ESPÍRITU
Espíritu Santo,
eres viento:
llévame donde quieras;
eres brisa:
déjame respirar lo nuevo;
eres fuerza:
levántame del suelo;
eres vida:
dame pasión por la vida;
eres alimento:
nútreme de tu savia;
eres luz:
ilumíname con tus rayos;
eres calor:
calienta mi existencia;
eres libertad:
hazme libre;
eres fecundidad:
cúbreme con tu sombra;
eres agua viva:
dame de beber;
eres respuesta:
dame fuerza para decir sí
al Padre,
al Hijo
y a ti, Espíritu Santo.



VEN, CREADOR, ESPÍRITU AMOROSO
Ven, Creador, Espíritu amoroso,
ven y visita el alma que a ti clama
y con tu soberana gracia inflama
los pechos que criaste poderoso.
Tú, que abogado fiel eres llamado,
del Altísimo don, perenne fuente,
de vida eterna, caridad ferviente,
espiritual unción, fuego sagrado.
Tú te infundes al alma en siete dones,
fiel promesa del Padre soberano;
tú eres el dedo de su diestra mano;
tú nos dictas palabras y razones.
Ilustra con tu luz nuestros sentidos,
del corazón ahuyenta la tibieza,
haznos vencer la corporal flaqueza
con tu eterna virtud fortalecidos.
Por ti nuestro enemigo desterrado,
gocemos de paz santa duradera,
y siendo nuestro guía en la carrera,
todo daño evitemos y pecado.
Por ti al eterno Padre conozcamos,
y al Hijo, soberano omnipotente,
y a ti, Espíritu, de ambos procedente
con viva fe y amor siempre creamos.
(Fray Diego González)


ESPÍRITU DIVINO
Luz de Dios,
disipa la tiniebla de mis dudas 
y guíame.
Fuego de Dios,
derrite el hielo de mi indiferencia
y abrásame.
Torrente de Dios,
fecunda los desiertos de mi vida
y renuévame.
Fuerza de Dios,
rompe las cadenas de mis esclavitudes
y libérame.
Alegría de Dios,
aleja los fantasmas de mis miedos
y confórtame.
Aliento de Dios,
despliega las alas de mi espíritu
y lánzame.
Vida de Dios,
destruye las sombras de mi muerte
y resucítame.
Ven, Espíritu Paráclito,
Espíritu creador y santificador,
Espíritu renovador y consolador,
Espíritu sanador y pacificador.
Ven y concede hoy a tu Iglesia,
reunida en el Cenáculo
con María,
la experiencia de Pentecostés.
(Ángel Sanz Arribas)



DIOS ES MI PADRE

Dios es mi Padre,
qué feliz soy!
Soy hijo suyo, hijo de Dios.
Si Dios cuida de mi,
¿qué me puede faltar?
ni un solo instante, no,
me deja de mirar;
mi vida suya es,
cual diestro tejedor,
la va tejiendo El
con infinito amor.
Hilo por hilo
tejiendo va,
si tú le dejas
¡que bien lo hará!
Después del huracán
un pájaro cayó,
no creas que eso fue
sin permitirlo Yo;
el pajarillo aquel
se vende por un as,
no tienes que temer,


tú vales mucho más
No ves con qué primor
El sabe engalanar
al lirio que tal vez
mañana han de cortar;
pues si
a una humilde flor
cuida tu Dios así,
¡con qué infinito amor
no cuidará de ti!
En el cielo se ven
mil estrellas brillar;
Dios las conoce bien,
Dios las puede contar.
Si El mismo fue
a buscar la oveja
que perdió,
jamás me ha de olvidar
aunque le olvide yo.
Dios es mi Padre,
mi Padre es Dios.
Dios es mi Padre,
¡qué feliz soy!






LO QUE VOS QUERÁIS, SEÑOR
(Juan Ramón Jiménez)
Lo que Vos queráis, Señor;
sea lo que Vos queráis.
Si queréis que entre las rosas
ría hacia los matinales
resplandores de la vida,
sea lo que Vos queráis.
Si queréis que, entre los cardos,
sangre hacia las insondables
sombras de la noche eterna,
sea lo que Vos queráis.
Gracias si queréis que mire,
gracias si queréis cegarme;
gracias por todo y por nada;
sea lo que Vos queráis.
Lo que Vos queráis, Señor;
sea lo que Vos queráis.

PASTOR
(Amado Nervo)
Pastor, te bendigo por lo que me das.
Si nada me das, también te bendigo.
Te sigo riendo si entre rosas vas.
Si vas entre cardos y zarzas, te sigo.
¡Contigo en lo menos, contigo en lo más,
y siempre contigo!



LA ORACIÓN
(Amado Nervo)
No será lo que quieres -murmura el desaliento-,
tu plegaria es inútil; no verá tu pupila
el dulce bien que sueñas... ¡Imposible es tu intento!
Yo escucho estas palabras como el rumor del viento
y sigo en mi oración obstinada y tranquila.
OFERTORIO
(Amado Nervo)
Deus dedit, Deus abstulit.
[Dios me lo dio, Dios me lo quitó.]

Dios mío, yo te ofrezco mi dolor:
¡Es todo lo que puedo ya ofrecerte!
Tú me diste un amor, un solo amor,
¡un gran amor!
Me lo robó la muerte
... y no me queda más que mi dolor.
Acéptalo, Señor:
¡Es todo lo que puedo ya ofrecerte!...

SEÑOR, EL DÍA EMPIEZA
(Enrique Díaz Canedo)
Señor, el día empieza. Como siempre,
postrados a tus pies, la luz del día
queremos esperar. Eres la fuerza
que tenemos los débiles, nosotros.

Padre nuestro,
que en los cielos estás, haz a los hombres
iguales: que ninguno se avergüence
de los demás; que todos al que gime
den consuelo; que todos, al que sufre
del hambre la tortura, le regalen
en rica mesa de manteles blancos
con blanco pan y generoso vino;
que no luchen jamás; que nunca emerjan,
entre las áureas mieses de la historia,
sangrientas amapolas, las batallas.

Luz, Señor, que ilumine las campiñas
y las ciudades; que a los hombres todos,
en sus destellos mágicos, envuelva
luz inmortal; Señor, luz de los cielos,
fuente de amor y causa de la vida.

OH BUEN JESÚS
Oh Buen Jesús, yo creo firmemente
que por mi bien estás en el altar,
que das tu cuerpo y sangre juntamente,
al alma fiel en celestial manjar.

Indigno soy, confieso avergonzado,
de recibir la santa comunión;
Jesús, que ves mi nada y mi pecado,
prepara tú mi pobre corazón.

Pequé, Señor; ingrato te he vendido;
infiel te fui, confieso mi maldad.
Contrito ya, perdón, Señor, te pido;
eres mi Dios, apelo a tu bondad.

Espero en ti, piadoso Jesús mío;
oigo tu voz, que dice: «Ven a mí».
Porque eres fiel, por eso en ti confío;
todo, Señor, espérolo de ti.

¡Oh buen Jesús, Pastor fino y amante!
Mi corazón se abrasa en santo ardor;
si te olvidé, hoy juro que, constante,
he de vivir tan sólo de tu amor.

Dulce maná de celestial comida,
gozo y salud del que te come bien,
ven sin tardar, mi Dios, mi Luz, mi Vida;
desciende a mí, hasta mi pecho ven.

LETRILLA

(Santa Teresa de Jesús)
Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
sólo Dios basta.

GLOSA
(Santa Teresa de Jesús)
Yo toda me entregué y di,
y de tal suerte he trocado,
que mi Amado es para mí,
y yo soy para mi Amado.

Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó rendida,
en los brazos del Amor
mi alma quedó caída,
y cobrando nueva vida
de tal manera he trocado,
que mi Amado es para mí,
y yo soy para mi Amado.

Tiróme con una flecha
enarbolada de amor,
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado
y mi Amado es para mí,
y yo soy para mi Amado.


DESDE QUE MI VOLUNTAD
(Liturgia de las Horas, Santos Varones)


Desde que mi voluntad
está a la vuestra rendida,
conozco yo la medida
de la mejor libertad.
Venid, Señor, y tomad
las riendas de mi albedrío;
de vuestra mano me fío
y a vuestra mano me entrego,
que es poco lo que me niego
si yo soy vuestro y vos mío.

A fuerza de amor humano
me abraso en amor divino.
La santidad es camino
que va de mí hacia mi hermano.
Me di sin tender la mano
para cobrar el favor;
me di en salud y en dolor
a todos, y de tal suerte
que me ha encontrado la muerte
sin nada más que el amor.



DE PROFUNDIS
(Ricardo León)

De lo profundo de mi pecho clamo
plañendo en las tinieblas mis gemidos.
Oye, Señor, no cierres tus oídos,
que con angustia y con pavor te llamo.

Ve el dolor, la vergüenza en que me inflamo,
no mis maldades; oye mis quejidos
como avecicas nuevas que en sus nidos
hoy ya saben piar a tu reclamo.

Si a solas nuestras culpas atendieres,
¿quién podría aguardar que le asistieres?
Mas la efusión de tu piedad nos salva.

Y, así, esperando en ti, mi pecho vela
como espera en la noche el centinela,
con miedo y con afán, que rompa el alba.


USQUEQUO, DOMINE
(Ricardo León)

¿Hasta cuándo, Señor, en este olvido,
cárcel del alma, viviré? ¿Hasta cuándo
tu dulce rostro me estarán celando
la noche y las tinieblas del sentido?

¿Hasta cuándo, en las sombras oprimido,
con crudas ansias te andaré buscando,
mientras escucho el implacable bando
y de sus flechas el mortal silbido?

¡Mira y óyeme, oh Dios! Triste y herido
de amor y muerte, en las tinieblas ando
de la noche sin luz, desfallecido.

Pájaro ciego, errante y perseguido
que busca ansioso de tu pecho blando
las suaves plumas y el calor del nido.

¿QUIÉN RECUERDA EL AROMA DE LAS FLORES?
(Juan de Contreras y López de Ayala)
¿Quién recuerda el aroma de las flores
abiertas en lejanas primaveras?
¿Quién aquel resplandor de las hogueras
que hicieron, otro invierno, los pastores?

Pasa la vida así, con sus dolores;
así la gloria, que afanoso esperas.
Poeta, ¿quién sabrá de tus quimeras?
Amante, ¿qué ha de ser de tus amores?

Una noche serena así decía,
mirando de los cielos la grandeza,
cuando una voz me susurró al oído:

«Ama con puro amor, trabaja y reza;
duérmete luego en paz y en Mí confía:
¡Cuanto se hace por Mí, nunca es perdido!»

YO HE SENTIDO, SEÑOR, TU VOZ AMANTE
(Juan de Contreras y López de Ayala)
Yo he sentido, Señor, tu voz amante,
en el misterio de las noches bellas,
y en el suave temblor de las estrellas
la armonía gocé de tu semblante.

No me llegó tu acento amenazante
entre el fragor de trueno y de centellas,
¡al ánima llamaron tus querellas
como el tenue vagido de un infante!

¿Por qué no obedecí cuando le oía?
¿Quién me hizo abandonar tu franca vía
y hundirme en las tinieblas del vacío?

Haz, mi dulce Señor, que en la serena
noche vuelva a escuchar tu cantilena;
¡ya no seré cobarde, Padre mío!

¿QUIÉN ME DARÁ, SEÑOR, LLEGAR A HABLARTE?
(Juan de Contreras y López de Ayala)
¿Quién me dará, Señor, llegar a hablarte
en la dulce penumbra, sin testigo,
como el amigo fiel con el amigo
alegremente y sin temor departe?

Y sólo por Ti te amé, y llegué a amarte
olvidado de premio y de castigo;
y embebecido con estar contigo,
del todo me perdiera por hallarte.

¡Oh, con cuánta verdad veré ese día
la nada de las cosas, y cuán graves
aquellos lazos que me impiden verte!

¡Háblame ya, Señor, como Tú sabes,
y sufriré el dolor con alegría
y llegaré sin miedo hasta la muerte!

CORONAS
(Cristina de Arteaga)
¿Para qué los timbres de sangre y nobleza?
Nunca los blasones
fueron lenitivo para la tristeza
de nuestras pasiones.
¡No me des corona, Señor, de grandeza!

¿Altivez? ¿Honores? Torres ilusorias
que el tiempo derrumba.
Es coronamiento de todas las glorias
un rincón de tumba.
¡No me des siquiera coronas mortuorias!

No pido el laurel que nimba al talento
ni las voluptuosas
guirnaldas de lujo y alborozamiento.
¡Ni mirtos ni rosas!
¡No me des coronas que se lleva el viento!

Yo quiero la joya de penas divinas
que rasga las sienes.
Es para las almas que Tú predestinas.
Sólo Tú la tienes.
¡Si me das corona, dámela de espinas!

ENTREGA TOTAL
(Cristina de Arteaga)
¡Hazlo Tú todo en mí! Que yo me preste
a tu acción interior, pura y callada.
Hazlo Tú todo en mí, que aunque me cueste
me dejaré labrar sin decir nada.

¡Hazlo Tú todo en mí! Que yo te sienta
ser en mí dirección y disciplina.
Hazlo Tú todo en mí. Que estoy sedienta
de ser canal de tu virtud divina.

EMAÚS
(Ernestina de Champourcin)
Porque es tarde, Dios mío,
porque anochece ya
y se nubla el camino;
porque temo perder
las huellas que he seguido,
no me dejes tan sola
y quédate conmigo.

Porque he sido rebelde
y he buscado el peligro,
y escudriñé curiosa
las cumbres y el abismo,
perdóname, Señor,
y quédate conmigo.

Porque ardo en sed de Ti
y en hambre de tu trigo,
ven, siéntate a mi mesa;
bendice el pan y el vino.
¡Qué aprisa cae la tarde!...
¡Quédate al fin conmigo!

COMO LA HIERBA
(Leopoldo Panero)
Por el dolor creyente que brota del pecado.
Por haberte querido de todo corazón.
Por haberte, Dios mío, tantas veces negado;
tantas veces pedido, de rodillas, perdón.

Por haberte perdido; por haberte encontrado.
Porque es como un desierto nevado mi oración.
¡Porque es como la hiedra sobre el árbol cortado
el recuerdo que brota cargado de ilusión!

Porque es como la hiedra, déjame que Te abrace,
primero amargamente, lleno de flor después,
y que a mi viejo tronco poco a poco me enlace,

y que mi vieja sombra se derrame a tus pies;
¡porque es como la rama donde la savia nace,
mi corazón, Dios mío, sueña que Tú lo ves!

HOY SÉ QUE MI VIDA ES UN DESIERTO
(Liturgia de las Horas, Lunes II, Laudes)
Hoy que sé que mi vida es un desierto,
en el que nunca nacerá una flor,
vengo a pedirte, Cristo jardinero,
por el desierto de mi corazón.

Para que nunca la amargura sea
en mi vida más fuerte que el amor,
pon, Señor, una fuente de alegría
en el desierto de mi corazón.

Para que nunca ahoguen los fracasos
mis ansias de seguir siempre tu voz,
pon, Señor, una fuente de esperanza
en el desierto de mi corazón.

Para que nunca busque recompensa
al dar mi mano o al pedir perdón,
pon, Señor, una fuente de amor puro
en el desierto de mi corazón.

Para que no me busque a mí cuando te busco
y no sea egoísta mi oración,
pon tu cuerpo, Señor, y tu palabra
en el desierto de mi corazón.

NUNCA ES TARDE
(Antonio Murciano)
Éste que hoy ves aquí, ya de regreso,
náufrago de sí mismo a la deriva,
el de la mano un día vengativa,
el porque sí rebelde, el loco obseso;

éste que ves aquí, en carne y hueso,
en mentira, en verdad, en alma viva,
el que escupió en tu rostro su saliva,
el que se fue de ti, el que hizo eso;

el que su vida te cerró con llaves,
el renegado, el que cumplió condena,
ése soy yo, que he vuelto con las aves.

Te perdí en el gozar, te hallé en la pena.
Tarde te hallé, Señor, pero tú sabes
que nunca es tarde si la dicha es buena.

ORACIÓN DEL POBRE
(José Miguel Cubeles)
Vengo ante ti, mi Señor,
reconociendo mi culpa;
con la fe puesta en tu amor,
que tú me das como a un hijo.
Te abro mi corazón,
y te ofrezco mi miseria;
despojado de mis cosas
quiero llenarme de ti.

Que tu espíritu, Señor,
abrase todo mi ser.
Hazme dócil a tu voz,
transforma mi vida entera.
Hazme dócil a tu voz,
transforma mi vida entera.


Puesto en tus manos, Señor,
siento que soy pobre y débil;
mas Tú me quieres así,
yo te bendigo y te alabo.
Padre, en mi debilidad,
Tú me das la fortaleza,
amas al hombre sencillo,
le das tu paz y perdón.

Que tu espíritu, Señor,
abrase todo mi ser.
Hazme dócil a tu voz,
transforma mi vida entera.
Hazme dócil a tu voz,
transforma mi vida entera.

BUENOS DÍAS, SEÑOR
(Liturgia de las Horas, Miércoles I, Laudes)
Buenos días, Señor, a ti el primero
encuentra la mirada
del corazón, apenas nace el día:
tú eres la luz y el sol de mi jornada.

Buenos días, Señor, contigo quiero
andar por la vereda:
tú, mi camino, mi verdad, mi vida;
tú, la esperanza firme que me queda.

Buenos días, Señor, a ti te busco,
levanto a ti las manos
y el corazón, al despertar la aurora:
quiero encontrarte siempre en mis hermanos.

Buenos días, Señor resucitado,
que traes la alegría
al corazón que va por tus caminos,
¡vencedor de tu muerte y de la mía!

MIS OJOS, MIS POBRES OJOS
(Liturgia de las Horas, Lunes I, Laudes)
Mis ojos, mis pobres ojos
que acaban de despertar
los hiciste para ver,
no sólo para llorar.

Haz que sepa adivinar
entre las sombras la luz,
que nunca me ciegue el mal
ni olvide que existes tú.

Que, cuando llegue el dolor,
que yo sé que llegará,
no se me enturbie el amor,
ni se me nuble la paz.

Sostén ahora mi fe,
pues, cuando llegue a tu hogar,
con mis ojos te veré
y mi llanto cesará.

EN ESTA LUZ DEL NUEVO DÍA
(Liturgia de las Horas, Martes I, Laudes)
En esta luz del nuevo día
que me concedes, oh Señor,
dame mi parte de alegría
y haz que consiga ser mejor.

Dichoso yo, si al fin del día
un odio menos llevo en mí,
si una luz más mis pasos guía
y si un error más yo extinguí.

Que cada tumbo en el sendero
me vaya haciendo conocer
cada pedrusco traicionero
que mi ojo ruin no supo ver.

Que ame a los seres este día,
que a todo trance ame la luz,
que ame mi gozo y mi agonía,
que ame el amor y ame la cruz.

GRACIAS, SEÑOR, POR LA AURORA
(Liturgia de las Horas, Sábado I, Laudes)
Gracias, Señor, por la aurora;
gracias, por el nuevo día;
gracias, por la eucaristía;
gracias, por nuestra Señora.

Y gracias, por cada hora
de nuestro andar peregrino.

Gracias, por el don divino
de tu paz y de tu amor,
la alegría y el dolor,
al compartir tu camino.

ESTATE, SEÑOR, CONMIGO
(Liturgia de las Horas, Miércoles II, Laudes)
Estáte, Señor, conmigo
siempre, sin jamás partirte,
y, cuando decidas irte,
llévame, Señor, contigo;
porque el pensar que te irás
me causa un terrible miedo
de si yo sin ti me quedo,
de si tú sin mí te vas.

Llévame en tu compañía,
donde tú vayas, Jesús,
porque bien sé que eres tú
la vida del alma mía;
si tú vida no me das,
yo sé que vivir no puedo,
ni si yo sin ti me quedo,
ni si tú sin mí te vas.

Por eso, más que a la muerte,
temo, Señor, tu partida
y quiero perder la vida
mil veces más que perderte;
pues la inmortal que tú das
sé que alcanzarla no puedo
cuando yo sin ti me quedo,
cuando tú sin mí te vas.

TU PODER MULTIPLICA
(Liturgia de las Horas, Tercia)
Tu poder multiplica
la eficacia del hombre,
y crece cada día, entre sus manos,
la obra de tus manos.

Nos señalaste un trozo de la viña
y nos dijiste: «Venid y trabajad».
Nos mostraste una mesa vacía
y nos dijiste: «Llenadla de pan».

Nos presentaste un campo de batalla
y nos dijiste: «Construid la paz».
Nos sacaste al desierto con el alba
y nos dijiste: «Levantad la ciudad».

Pusiste una herramienta en nuestras manos
y nos dijiste: «Es tiempo de crear».
Escucha a mediodía el rumor del trabajo
con que el hombre se afana en tu heredad.

ANDO POR MI CAMINO, PASAJERO
(José María Souvirón)
Ando por mi camino, pasajero,
y a veces creo que voy sin compañía,
hasta que siento el paso que me guía,
al compás de mi andar, de otro viajero.

No lo veo, pero está. Si voy ligero,
él apresura el paso; se diría
que quiere ir a mi lado todo el día,
invisible y seguro el compañero.

Al llegar a terreno solitario,
él me presta valor para que siga,
y, si descanso, junto a mí reposa.

Y, cuando hay que subir monte (Calvario
lo llama él), siento en su mano amiga,
que me ayuda, una llaga dolorosa.

JUNTO A TI AL CAER DE LA TARDE
(J. L. Arce)
Junto a ti al caer de la tarde
y cansados de nuestra labor,
te ofrecemos, con todos los hombres,
el trabajo, el descanso, el amor.

Con la noche las sombras nos cercan
y regresa la alondra a su hogar;
nuestro hogar son tus manos, ¡oh Padre!,
y tu amor nuestro nido será.

Cuando al fin nos recoja tu mano
para hacernos gozar de tu paz,
reunidos en torno a tu mesa,
nos darás la perfecta hermandad.

GRACIAS, PORQUE AL FIN DEL DÍA
(José Luis Blanco Vega)
Gracias, porque al fin del día
podemos agradecerte
los méritos de tu muerte
y el pan de la eucaristía,
la plenitud de alegría
de haber vivido tu alianza,
la fe, el amor, la esperanza
y esta bondad en tu empeño
de convertir nuestro sueño
en una humilde alabanza.

COMO EL NIÑO QUE NO SABE DORMIRSE
(José Luis Martín Descalzo)
Como el niño que no sabe dormirse
sin cogerse a la mano de su madre,
así mi corazón viene a ponerse
sobre tus manos al caer la tarde.

Como el niño que sabe que alguien vela
su sueño de inocencia y esperanza,
así descansará mi alma segura,
sabiendo que eres tú quien nos aguarda.

Tú endulzarás mi última amargura,
tú aliviarás el último cansancio,
tú cuidarás los sueños de la noche,
tú borrarás las huellas de mi llanto.

Tú nos darás mañana nuevamente
la antorcha de la luz y la alegría,
y, por las horas que te traigo muertas,
tú me darás una mañana viva.

ÉSTE ES EL TIEMPO EN QUE LLEGAS
(Liturgia de las Horas, Jueves I, Vísperas)
Éste es el tiempo en que llegas,
Esposo, tan de repente,
que invitas a los que velan
y olvidas a los que duermen.

Salen cantando a tu encuentro
doncellas con ramos verdes
y lámparas que guardaron
copioso y claro el aceite.

¡Cómo golpean las necias
las puertas de tu banquete!
¡Y cómo lloran a oscuras
los ojos que no han de verte!

Mira que estamos alerta,
Esposo, por si vinieres,
y está el corazón velando
mientras los ojos se duermen.

Danos un puesto a tu mesa,
Amor que a la noche vienes,
antes que la noche acabe
y que la puerta se cierre.

CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
(Liturgia de las Horas, Completas)
Cuando la luz del sol es ya poniente,
¡Gracias, Señor!, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día.

ANTES DE CERRAR LOS OJOS
(Liturgia de las Horas, Completas)
Antes de cerrar los ojos,
los labios y el corazón,
al final de la jornada,
¡buenas noches!, Padre Dios.

Gracias por todas las gracias
que nos ha dado tu amor;
si muchas son nuestras deudas,
infinito es tu perdón.
Mañana te serviremos,
en tu presencia, mejor.
A la sombra de tus alas,
Padre nuestro, abríganos.
Quédate junto a nosotros
y danos tu bendición.

Antes de cerrar los ojos,
los labios y el corazón,
al final de la jornada,
¡buenas noches!, Padre Dios.

ENFERMO
(Juan Ramón Jiménez)
¡Ponlo otra vez, Señor, en pie sobre tu tierra,
y firme, y sonriente, y plácido!
-¡Que no sea este estar tendido, enfermo,
estar tendido ya por siempre!-
¡Levántale, Señor; torna la sangre
justa a su corazón, el claro ver
a sus ojos, el bello hablar
a su boca; devuélvele
la corriente completa
al cauce exhausto de su pensamiento;
ese sentirse a gusto, ese
no sentirse la vida -y darla toda-,
que es vida plena!
¡Ponlo,
Señor, en pie, como me tienes
a mí, como estás Tú!

AL ATARDECER DE LA VIDA
(Cesáreo Gabaráin)
Al atardecer de la vida
me examinarán del amor.
Al atardecer de la vida
me examinarán del amor
.

Si ofrecí mi pan al hambriento,
si al sediento di de beber,
si mis manos fueron sus manos,
si en mi hogar le quise acoger.

Al atardecer de la vida
me examinarán del amor.
Al atardecer de la vida
me examinarán del amor
.

Si ayudé a los necesitados,
si en el pobre he visto al Señor,
si los tristes y los enfermos
me encontraron en su dolor.

Al atardecer de la vida
me examinarán del amor.
Al atardecer de la vida
me examinarán del amor
.

Aunque hablara miles de lenguas,
si no tengo amor nada soy.
Aunque realizara milagros,
si no tengo amor nada soy.

Al atardecer de la vida
me examinarán del amor.
Al atardecer de la vida
me examinarán del amor
.

Venid, benditos de mi Padre,
tuve hambre y me disteis de comer,
estaba solo y me acompañasteis,
estaba triste y me alegrasteis,
estaba feliz y sonreisteis conmigo.
Venid, benditos de mi Padre.

Al atardecer, al atardecer
me examinarán del amor, al atardecer
.

LA MUERTE NO ES EL FINAL
(Cesáreo Gabaráin)
Tú nos dijiste que la muerte
no es el final del camino,
que aunque morimos no somos
carne de un ciego destino.
Tú nos hiciste, tuyos somos.
Nuestro destino es vivir
siendo felices contigo,
sin padecer ni morir.

Cuando la pena nos alcanza
por un hermano perdido,
cuando el adiós dolorido
busca en la fe su esperanza,
en tu palabra confiamos,
con la certeza que tú
ya le has devuelto la vida,
ya le has llevado a la luz.

Cuando, Señor, resucitaste,
todos vencimos contigo.
Nos regalaste la vida
como en Betania al amigo.
Si caminamos a tu lado,
no va a faltarnos tu amor,
porque, muriendo, vivimos
vida más clara y mejor.

BENDITA SEA TU PUREZA
(Antonio Panes)
Bendita sea tu pureza,
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A ti, celestial princesa,
Virgen sagrada, María,
te ofrezco desde este día
alma, vida y corazón.
Mírame con compasión;
no me dejes, Madre mía.